Entre bachatas, merengues, boleros y rancheras, Héctor Acosta «El Torito» regaló a unos 7,000 fanáticos congregados en el Arena del Cibao, 45 temas en un lenguaje teatral que hizo historia, con un espectáculo para el pueblo.
SANTIAGO. Estuvo «entregao» todo el tiempo y su fanaticada le demostró que hay torito para mucho tiempo. Sus tres chaquetas de colores distintos, sus comentarios y su forma rítmica en el escenario, mostraron el orgullo que siente de ser del hogar de las Hortensias, vecino de las Águilas Cibaeñas y un ser humano sensible y humilde ante los problemas sociales del país.
El inicio del espectáculo popular «El Torito pal’ pueblo» fue una propuesta de actores donde cantaron las noticias y los titulares informativos de los diarios del país y a seguidas, a las 9:30 de la noche, y ante la algarabía de aquella multitud, apareció El Torito, con «La quiero ver», e inmediatamente continuó con «Enamorado» y «Que vuelva mi morena».
«Buenas noches, ustedes han venido a abrazarme con el corazón y yo recibo ese abrazo. Bienvenidos a bordo», dijo un Héctor Acosta emocionado. El primer artista invitado en salir a escena fue Pavel Núñez, con quien interpretó la bachata «Perdóname la vida», y más tarde con Mozart La Para la música urbana se hizo presente y obligá al artista a tener que hacer una improvisación que el público disfrutó.
Otros temas que siguieron fueron «Levántate», «Con que ojos», «Aprenderé», «El anillo», «El mujerón», «Llegó tu marido» y quizás el ratito que más se bailó en el Arena fue cuando Héctor Acosta hizo primero un popurrí de merengues de los años ochenta y que él popularizara en la radio, y un popurrí de rancheras donde no hubo un alma que no tatareara las letras.
El Torito vocalizó dos temas del álbum «Corazón abierto», tituladas «Tu veneno» y «Dos gardenias», cantó acompañado de su orquesta, en ocasiones utilizó bailarines para darle sentimentalismo a la noche, el sonido estuvo más que impecable, perfecto y el escenario para la propuesta fue una enorme tarima que no tuvo nada que envidiarle a otros espectáculos de estrellas internacionales que han cantado aquí. Para el cierre, Acosta se hizo acompañar de El Prodigio, con quien interpretó el tema «La Chiflera» para concluir el concierto con sabor cibaeño.
Momento cumbre.
Cuando rindió homenaje a la madre del ex pelotero de Las Aguilas Cibaeñas Miguel Diloné, doña Estela Diloné, asesinada en esta ciudad e inmediatamente canto «Paz en la Tormenta».
Otro instante: usando la tecnología de la pantalla gigante y audiovisuales, Héctor reconoció la trayectoria de los deportistas Félix Sánchez Luguelin Santos y Yamilet Peña, para los cuales pidió a Dios toda la bendición del mundo.
Más emoción.
A seguidas llamó al escenario a Yamilet Peña, su invitada especial, y el público se paralizó con un aplauso emotivo y contundente a la digna atleta dominicana. Al entregarle un ramo de flores a la atleta, Héctor la piropeó diciendo «hasta bonita se ve esa morena. Es que ese colorcito llama». Y agregó «este es un homenaje para ti, para que todos los que sueñan como tú no pierdan las esperanzas, porque los sueños con tesón y empeño y la gracia de Dios siempre se cumplen».
«Fatalidad».
Al contar el artista que la canción «Fatalidad» de Anthony Ríos, era una de esas canciones que escuchaba todos los días al lado de su casa y que no lo dejaban dormir de tanto que la colocaban, no solo la cantó para la masiva asistencia del Gran Arena, sino que apareció Anthony en pantalla y cantaron a dúo un significativo trozo de la canción, quien fue definido por el anfitrión como «el compositor dominicano más romántico de todos los tiempos». Zoom Algo más
Confesiones
Héctor Acosta aprovechó la gran cantidad de personas que lo aclamaron la noche del sábado en su querido Cibao, región donde siempre ha residido, para revelar que en sus inicios como cantante tuvo amores platónicos con Vickiana y Taty Salas.
La producción
«El Torito pal’ pueblo» estuvo marcada por la creatividad, la versatilidad, los recursos audiovisuales e invitados sorpresa.